CUANDO LOS PAÍSES FALLAN
Jared Diamond publicó “Crisis. Cómo reaccionan los países en los momentos decisivos” en noviembre de 2019, cuando la llamada crisis social chilena se había iniciado hace un par de semanas. Es atingente mencionarlo porque, curiosamente, Chile es justamente uno de los siete países analizados por este profesor de la UCLA, que a los 82 años y con total vigencia, contando entre sus lectores a personajes como Bill Clinton, Al Gore y Bill Gates, escribe un libro que pareciera hecho para la contingencia nacional y qué decir para el panorama internacional que se abrió con la crisis del Coronavirus. Me pregunto qué pensará Diamond con esto de haber escrito un libro cuyas tesis se van a ratificar o descartar a nivel planetario en el futuro inmediato. A su edad enfrenta la disyuntiva de haber producido basura o de convertirse en un profeta. Buen desafío. Y Diamond lo sabe. En el prólogo dice: “Este no es un artículo escrito para una revista sobre temas de actualidad que pueda leerse pasadas unas cuantas semanas de su publicación y después quede desactualizado. Se trata de un libro que, espero, pueda seguir imprimiéndose durante muchas décadas”. Un libro sobre la crisis en un momento en que el planeta entero se encuentra sumido en una.
Arriesgado.
Diamond realiza un estudio sistemático del desarrollo de crisis nacionales a través de siete casos a los que aplica una matriz de análisis que viene del abordaje psicológico de las crisis personales, basado en doce factores. Estos factores Diamond los traslada -haciendo constar las diferencias- a los casos de Japón, Finlandia, Chile, Indonesia, Alemania, Australia y Estados Unidos. Todas historias que, dice, conoce bien.
Sin ser una autoayuda para países, Crisis ayuda a entender el proceso que se abre ahora a nivel mundial.
Crisis apasiona de leer porque se centra en desastres de naciones que no son muy comentadas acá. Cuando Finlandia se transforma en el comodín que uno puede sacar en cualquier discusión, Diamond explica por qué Finlandia se transformó en Finlandia. Lo mismo con Japón, Australia, y ahora a Rusia, o la crisis alemana después de la segunda guerra, muy marcada en el cuestionamiento generacional que hicieron los jóvenes hacia la generación que estaba en el poder, por su pasado nazi. Guerra intergenaracional: algo que debiéramos atender en nuestro interrumpido desplome de octubre .
El caso de Chile es para Diamond un tremendo ejemplo. Y es llamativo, como para imprimírselo a un autoflagelante noventero. Diamond vivió varios años acá y cuando habla de la crisis de los años setenta, la describe como de larga incubación pero corta resolución. Un patrón que nos debiera hacer pensar respecto de los peligros que nos acechan, que no es otra cosa que la eterna escala hasta el horror.
El caso de Chile es para Diamond un tremendo ejemplo. Él vivió varios años acá y cuando habla de la crisis de los años setenta, la describe como de larga incubación pero de corta resolución. Así de violenta.
Algo en que repara mucho Diamond es en los personajes de la tragedia nacional. Él considera a Pinochet como una persona simple pero hábil. La adopción de la economía de mercado para salir de la crisis económica le parece un buen ejemplo de eso. Pero resalta sus errores de cálculo en los casos Letelier y Quemados, que le valieron la reacción de Washington. O los resultados del dictador en el plebiscito de 1988, ese 43%, que dice que en Chile la violencia política y el terrorismo de Estado tienen apoyo social y político siempre que garanticen el orden. Las consecuencias de esto aún no terminamos de verlas desplegarse del todo, especialmente cuando vemos nuestra crisis actual y nos preguntamos espantados de dónde sale tanta violencia. Tal vez lo sensato sea volver sobre la historia y constatar lo frágil de todo y que la violencia muchas veces tiene respaldo, venga de donde venga.
Hay algo más sobre Chile, y que tiene que ver con la matriz de Diamond para analizar las crisis nacionales (y que, dice, es uno de los primeros factores para su superación): la necesidad de un diagnóstico común y la aceptación de la propia responsabilidad en la crisis y en no culpar a otros. Esto salta a la mesa al leer a Nicolás Ibáñez el fin de semana, y eso de la bomba atómica que le cayó encima a Chile en octubre y que no se podía permitir en el contexto latinoamericano la existencia de una llamarada libre e independiente. Eso es un lente paranoico, parecido a las visiones procubanas o pro chavistas de lo más trasnochado de la izquierda latinoamericana. Si esa es la visión de la crema de la élite nacional, según el esquema de Diamond, el panorama no es halagüeño.
Sin ser una autoayuda para países, Crisis ayuda a entender el proceso que se abre ahora a nivel mundial, con el fin de una época. Lo mismo cuando se centra en Estados Unidos y su futuro (y antes que estallara la pandemia). Uno de los pasajes sorprendentes y perturbadores del texto es cuando Diamond se cuestiona por el deslizamiento de Estados Unidos hacia el autoritarismo, señalando que muchos objetarán eso como algo imposible. Y a renglón siguiente recuerda que en el Chile de los años 70 también se consideraba imposible un golpe militar, y lo hubo (¡pese a su tradición democrática y etcétera!).